LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA TALLA
La tercera “C” es el corte de un diamante que garantiza el brillo y el resplandor de la gema. Casi siempre ignorada u olvidada, sin embargo, se trata de un factor determinante.
El termino talla incluye dos conceptos: la forma de la gema y la calidad de las proporciones y el acabado.
Los tipos de talla más comunes en un diamante son: brillante, esmeralda, princesa, oval, corazón… en piedras de pequeño tamaño también son muy habituales la talla baguette y la 8/8.
El termino brillante es el único que esta internacionalmente aceptado para ser utilizado de forma aislada sin la palabra diamante delante.
En las gemas de color, la talla se subordina al máximo rendimiento del bruto; en el diamante, por el contrario, lo que se intenta conseguir es el máximo de brillo y dispersión. Ambas características dependen de las propiedades ópticas, siendo el tamaño relativo de las facetas y sus ángulos los responsables de la optimización de estas propiedades.
Cuando se habla de calidad de talla en un brillante se trata de valorar el trabajo de lapidación que el hombre ha llevado a cabo, cuyo objetivo principal debe ser conseguir el máximo grado de belleza. Sin embargo, la forma original del bruto y la búsqueda de un mayor rendimiento de peso, con el consiguiente beneficio económico, desvían frecuentemente el proceso de talla hacia proporciones más rentables, pero menos perfectas.
Cuando la luz incide en un diamante, parte se refleja y parte se transmite en su interior. La cantidad de luz que se refleje o penetre en el brillante depende de dos factores: brillo y lustre.
La cantidad de luz reflejada en la superficie se denomina lustre, llamándose brillo a la luz que sale por la tabla desde el interior de la piedra. En el diamante el lustre es muy elevado, calificándose como “adamantino”, que es el grado más alto que puede presentar una sustancia transparente.
El aspecto de un diamante tallado, especialmente de un brillante, tiene que ver con la dispersión.
En el diamante tiene un valor elevado de 0.044, lo que explica el efecto de “centelleo” de colores, que
comercialmente se denomina “fuego”.
En el interior de una gema tallada correctamente, la luz se conduce de manera que pueda salir en su mayor parte por la corona, con lo que se consigue el mejor aspecto de la gema. Las facetas de la culata son las responsables de que la luz recorra el camino correcto para que se produzca la mayor cantidad de brillo posible. Si los ángulos no son los correctos, la mayor parte se refractará hacia afuera, saliendo por el sitio incorrecto, siendo el aspecto final defectuoso.